Fr. Rene Butler MS
Vigilance is like attention or observation but adds an
element of persistence and urgency. When we are vigilant, we are careful not to
allow something to escape our notice. We are anxious to see what is coming,
whether bad, so as to avoid it, or good, so as to embrace it.
Beginning twenty verses before today’s text, Jesus predicts
various dire events, emphasizing the hardships they will cause. After all that
he adds: “When these signs begin to happen, stand erect and raise your heads
because your redemption is at hand.”
This turns our expectation on its head. Can the bad be the
harbinger of good? Can famine and the other troubles mentioned by Mary at La
Salette, for example, actually lead to hope? The answer is yes, if we are
vigilant enough to see not only the events, but their meaning.
The people around La Salette were vigilant, to be sure, but
the signs they observed concerned the weather and its effects on their
agriculture. They knew that famine was coming. But Our Lady points out that
they had failed to understand the ‘warning,’ a year earlier, in a blight on the
potatoes. “Instead, when you found the potatoes spoiled, you swore, and threw
in my Son's name.”
The Day of the Lord can inspire hope or fear, depending on
our attitude. In our reading from Jeremiah (a prophet of doom if ever there was
one) we find “those days” to be all hope and joy. In 1 Thessalonians, St. Paul
comments at length on it: “You yourselves know very well that the day of the
Lord will come like a thief at night... Therefore, let us not sleep as the rest
do, but let us stay alert and sober” (1 Thess. 5:2,6).
In our second reading, St. Paul exhorts the Thessalonians,
who are conducting themselves to please God,
to “do so even more.”
This too is a form of vigilance. The more intense our
relation with the Lord is, the more we will see what he intends. La Salette
points us in that direction. So does the Church in this Advent season. We
cannot fail to recognizeChristmas when it comes, but we must not miss its
deepest meaning.
La vigilance
c’est comme l’attention ou l’observation mais elle ajoute un élément de
persistance et d’urgence. Quand nous sommes vigilants, nous prenons garde de ne
pas perdre de vue quoique ce soit. Nous désirons voir ce qui vient : le
mauvais, afin de l’éviter, le bon, afin d’en prendre possession. Vingt versets avant le texte
d’aujourd’hui, Jésus prédit plusieurs événements terribles, signalant les
difficultés qui en résulteraient. Après qui il ajoute, « Quand ces événements
commenceront, redressez-vous et relevez la tête, car votre rédemption approche.
» Cela renverse complètement notre attente. Est-ce que le mauvais peut annoncer
le bon ? Est-ce que la famine et les autres maux mentionnés par la Vierge de la
Salette, par exemple, peuvent conduire à l’espoir ? Oui, effectivement, si nous
restons assez éveillés pour voir non seulement les événements, mais aussi leur
signification. Les
gens aux alentours de la Salette étaient éveillés, certes, mais les signes
qu’ils observaient concernaient le temps et ses effets sur leur culture. Ils
savaient que la famine venait. Mais Notre Dame leur montre qu’ils n’avaient pas
compris ‘l’avertissement,’ l’année auparavant, des pommes de terre gâtées. «
C'est au contraire : quand vous trouviez
des pommes de terre gâtées, vous juriez, vous mettiez le nom de mon Fils au
milieu. »
Le Jour du Seigneur peut inspirer l’espoir ou la peur, selon notre
attitude. Dans notre texte de Jérémie (prophète de malheur, s’il en est) ‘ces
jours-là’ ne seront que joie et espoir. Dans la 1ère aux Thessaloniciens st
Paul commente longuement là-dessus : « Vous savez très bien que le jour du
Seigneur vient comme un voleur dans la nuit… Alors, ne restons pas endormis
comme les autres, mais soyons vigilants et restons sobres. » (1 Thess. 5, 2 et 6) Dans la seconde lecture st Paul exhorte les Thessaloniciens, qui
agissaient de façon à plaire à Dieu, « Faites donc de nouveaux progrès." Cela aussi est une forme de vigilance. Plus intense est notre rapport
avec le Seigneur, plus nous saurons ce qu’il veut de nous. La Salette nous
dirige dans cette direction. Et de même l’Eglise durant cette saison de
l’Avent. La Noël ne passera pas inaperçue, c’est sûr, mais il ne faut pas en
perdre sa plus profonde signification.
Traduction : P.
Paul Belhumeur, M.S.
Cada año en el
Primer Domingo de Adviento. El Evangelio (ya sea de Marcos, Mateo o Lucas) nos
dice que hay que estar “atentos” “vigilantes” “permanecer despiertos” ante la
llegada del amo. La Aparición de Nuestra Señora de La Salette,
como la mayoría de las apariciones, tiene el similar propósito. ¡Es como si la
Virgen Santísima nos estuviera diciendo, “Abran los ojos! Vean los que están
haciendo. ¿Por qué no prestan atención? ¡Despierten!”
Así como el regreso del amo no puede ser predicho, nadie podía haber
anticipado un acontecimiento tal como una aparición y en un lugar tan lejano.
Nadie podría haber esperado que Melania Calvat o Maximino Giraud, entre tanta
gente, tuvieran semejante encuentro y trajeran un mensaje tan
sorprendente.
Aun
así, cuando María dice, “Si la correcha se arruina, es únicamente por culpa de
ustedes”, ¿Acaso su voz no resuena en a las palabras de Isaías? “Nos ocultabas
tu rostro y nos entregabas al poder de nuestras culpas?” ¡Qué terrible
perspectiva!
En ambos casos, el pueblo de Dios daba por hecho de que Dios estaba de
su lado. Ellos nunca esperaban realmente que Dios los abandonara. Eran, después
de todo, su pueblo. Él tenía un deber para con ellos.
Lo que olvidaron, precisamente, es que ellos eran su pueblo, que ellos también tenían una responsabilidad con él. Aquí vemos de nuevo el carácter profético de La Salette, al tiempo que ella habla de las advertencias dadas en el pasado, de la falta de fidelidad en la vida de su pueblo, de la necesidad de sumisión. ;La imagen que tenemos de los sirvientes es la de la sumisión. Su única responsabilidad es la de llevar a cabo de manera fiel la voluntad de su amo, idealmente por amor al amo, como los cristianos de Corinto, a quienes Pablo escribe: “De hecho, no carecen de ningún don, ustedes que aguardan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo” más adelante en la misma carta, enfatiza que los dones existen para ser puestos en uso del bien de la comunidad.Seamos fieles, servidores vigilantes, sumisos en el amor, esperando no en el miedo sino en alegre anticipo y espera de que el Señor verdaderamente se revelará a nosotros en nuevas maneras a lo largo de este nuevo año litúrgico.
Lo que olvidaron, precisamente, es que ellos eran su pueblo, que ellos también tenían una responsabilidad con él. Aquí vemos de nuevo el carácter profético de La Salette, al tiempo que ella habla de las advertencias dadas en el pasado, de la falta de fidelidad en la vida de su pueblo, de la necesidad de sumisión. ;La imagen que tenemos de los sirvientes es la de la sumisión. Su única responsabilidad es la de llevar a cabo de manera fiel la voluntad de su amo, idealmente por amor al amo, como los cristianos de Corinto, a quienes Pablo escribe: “De hecho, no carecen de ningún don, ustedes que aguardan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo” más adelante en la misma carta, enfatiza que los dones existen para ser puestos en uso del bien de la comunidad.Seamos fieles, servidores vigilantes, sumisos en el amor, esperando no en el miedo sino en alegre anticipo y espera de que el Señor verdaderamente se revelará a nosotros en nuevas maneras a lo largo de este nuevo año litúrgico.
Traducción: Hno. Moisés Rueda MS