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vendredi 29 mai 2020

MANNA IN THE DESERT -- MANÁ EN EL DESIERTO --


(Body and Blood of Christ: 
Deut. 2:8-16; 
1 Corinthians 10:16-17; 
John 6:51-58)
Fr. Rene Butler  MS  and Wayne Vanasse


Moses tells his people that God deliberately tested them with afflictions. To modern ears, this is perhaps more shocking than Jesus’ telling his disciples, in the Gospel, to eat his flesh and drink his blood.
Every age has its time of testing: persecution, disease, economic collapse, famine, etc. How are we to make sense of this?
Let us read Moses’ words more attentively: God’s purpose was twofold: to “find out whether or not it was your intention to keep his commandments,” and “to show you that not by bread alone does one live, but by every word that comes forth from the mouth of the Lord.”
At La Salette the Blessed Virgin was very much aware of her people’s affliction. She came to beg them to honor God’s commandments. While acknowledging their hunger, she regretted their failure to seek the Bread of Life. “In the summer,” she declares, “only a few elderly women go to Mass. The rest work on Sundays all summer long.  In the winter, when they don't know what to do, they go to Mass just to make fun of religion.”
Let us return to Moses, and hear his words in a broader context. Before mentioning the afflictions, he says: “Remember how for forty years now the Lord, your God, has directed all your journeying in the desert.”
Thus, along with the afflictions of hunger, thirst and serpents, God provided manna, water from the rock, and the bronze serpent.
St. Paul reminds us: “The cup of blessing that we bless, is it not a participation in the blood of Christ?
The bread that we break, is it not a participation in the body of Christ?” He wrote this in a time of testing: there were many divisions in the Christian Community of Corinth, and his point was that our sharing in the cup and in the bread makes us one.
The Mass is not just an obligation. It is a precious gift. When we forget this, we forget precisely what Jesus meant when he said, “Do this in memory of me.” He invites us to his table, that we may receive life from the Living Bread, and sustenance in our times of affliction.
Wayne Vanasse and Fr. René Butler, M.S.


(Cuerpo y Sangre de Cristo: 

Deuteronomio 2:8-16; 

1 Corintios 10:16-17; Juan 6:51-58)

Pe Rene Butler  MS


Moisés le dice a su pueblo que Dios deliberadamente los puso a prueba con aflicciones. A los oídos modernos, esto es tal vez más chocante que Jesús diciéndole a sus discípulos, en el Evangelio, de que coman su carne y beban su sangre.

Cada época tiene su tiempo de prueba: persecución, enfermedad, colapso económico, hambre, etc. ¿Cómo podemos darle sentido a esto?

Leamos las palabras de Moisés más atentamente: El propósito de Dios era el doble: “Para conocer el fondo de tu corazón y ver si eres capaz o no de guardar sus mandamientos”, y “para enseñarte que el hombre no vive solamente de pan, sino de todo lo que sale de la boca del Señor”.

En La Salette la Santísima Virgen conocía muy bien la aflicción de su pueblo. Ella vino a suplicarle que honre los mandamientos de Dios. Al reconocer el hambre que padecían, ella se lamentaba de que no buscaban el Pan de la Vida. “En verano”, ella declara, “sólo van algunas mujeres ancianas a Misa. Los demás trabajan el domingo, todo el verano. En invierno, cuando no saben qué hacer van a Misa sólo para reírse de la religión”.

Volvamos a Moisés, y escuchemos sus palabras en un contexto más amplio. Antes de hablar de las aflicciones, dice:”Acuérdate del largo camino el Señor, tu Dios, te hizo recorrer por el desierto durante esos cuarenta años”.

Así, junto con la preocupación por el hambre, la sed y las serpientes, Dios le provee del maná, del agua de la roca, y de la serpiente de bronce.

San Pablo nos lo recuerda: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo?” El escribió esto en un tiempo de prueba: había muchas divisiones en la comunidad cristiana de Corinto, y a lo que Pablo apuntaba es que, nuestro compartir de la copa y del pan, es lo que nos hace uno.

La Misa no es sólo una obligación. Es un don valioso. Cuando lo olvidamos, olvidamos precisamente lo que Jesús quería decir cuando nos ordenó, “Hagan esto en conmemoración mía”. Él nos invita a su mesa, para que podamos recibir vida del Pan de la Vida y sostenernos en tiempo de aflicción.

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

THE GIFT OF TEARS -- EL DON DE LAS LÁGRIMAS -- LE DON DES LARMES


(Pentecost: 
Acts 2:1-11; 
1 Corinthians 12:3-7 and 12-13; 
John 20:19-23)
Fr, Rene Butler  MS and Wayne Vanasse

St. Paul writes: “There are different kinds of spiritual gifts but the same Spirit.” In the omitted verses (8-11) of the second reading, he gives examples and, later in this same chapter, he cautions individual Christians against thinking their own gifts are better than those of others.
If we look at many of the great spiritual writers over the centuries, however, there is one gift that is absent in Paul’s list: the gift of tears.
In the Bible, tears and weeping are most often presented as an outpouring of grief, remorse or supplication. However, universal experience teaches us that tears provide release for a great variety of other emotions as well, including joy, gratitude, awe. All of these have one thing in common: intensity of feeling.
We must keep this in mind when we think of our Weeping Mother. Think of her sorrow as she complained of her people’s ingratitude and confronted them with their sins, and especially when she said, “However much you do, however much you pray, you will never be able to recompense the pains I have taken for you.”
Her tears disclose also a Mother’s infinite tenderness, as she speaks of the death of children, of impending famine, of a widening rift between her people and her Son.
Here let me mention some notable exceptions to what I wrote above about tears in the Bible. When Jacob and Esau met after years of alienation, we are told: “Esau [the offended party] ran to meet him, embraced him, and flinging himself on his neck, kissed him as he wept” (Gen. 33:4). The same language is used for the reunification of Joseph with his brothers (Gen. 45:14-15), and with his father (Gen. 46:29).
In our reading from St. Paul, the Greek word for “gift” is charisma. We often say the La Salette “charism” is reconciliation. Today’s Gospel offers that very gift, in Jesus’ words to his Apostles: “Receive the Holy Spirit: Whose sins you forgive are forgiven them.”
If Mary’s tears can lead us to rediscover her Son’s immense love for us, and his desire for reconciliation with us, and if we can respond in kind, then what a gift those tears are!
Wayne Vanasse and Fr. René Butler, M.S.

Comforting angel in Garden of Gethsemane

(Pentecostés: 
Hechos 2:1-11; 
1 Corintios 12:3-7 y 12-13; 
Juan 20:19-23)
Pe Rene Butler  MS

San Pablo escribe: “Hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu”. En los versículos omitidos (8-11) de la segunda lectura, nos da ejemplos de aquello, y, más tarde en el mismo capítulo, advierte a cada uno de los cristianos en contra de que vayan a pensar que los propios dones sean mejores que los de los demás.
Sin embargo, si miramos a muchos de los más grandes escritores espirituales que nos dejó la historia, hay un don que está ausente en la lista de Pablo: el don de las lágrimas.
En la Biblia, las lágrimas y el llanto se presentan a menudo como un desahogo de dolor, de remordimiento o de súplica. Sin embargo, la experiencia universal nos enseña que las lágrimas también proveen alivio a una gran variedad de otras emociones, incluyendo la alegría, la gratitud, el asombro. Todos tienen una cosa en común: un sentimiento intenso.
Debemos tener presente esto cuando pensamos en nuestra Madre llorando.  Pensar en su dolor cuando se quejó por la ingratitud de su pueblo y lo confrontó con su pecado, y especialmente cuando ella dijo, “Por más que recen, hagan lo que hagan, nunca podrán recompensarme por el trabajo que he emprendido en favor de ustedes”.
Sus lágrimas también dejaron ver la infinita ternura de una Madre, al hablar de la muerte de los niños, de la hambruna inminente, de la grieta de separación entre su pueblo y su Hijo.
Aquí déjenme mencionar algunas excepciones notables a lo que escribí más arriba acerca de las lágrimas en la Biblia. Cuando Jacob y Esaú se reencontraron después de años de alejamiento, se nos dice que: “Esaú [el perjudicado] corrió a su encuentro, lo estrechó entre sus brazos, y lo besó llorando” (Gen. 33:4). El mismo lenguaje se usa para la reunificación de José con sus hermanos (Gen. 45:14-15), y con su padre (Gen. 46:29).
En nuestra lectura de San Pablo, la palabra griega para “don” es charisma. A menudo decimos que el “carisma” de La Salette es la reconciliación. El Evangelio de hoy nos ofrece ese don, en las palabras de Jesús a sus Apóstoles: “Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen”.
Si las lágrimas de María pueden conducirnos a descubrir el inmenso amor de su Hijo por nosotros, y su anhelo de reconciliación con nosotros, y si nosotros podemos retribuirlo en plenitud, entonces ¡Qué gran don constituyen aquellas lágrimas!
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

8th Station on the way to Calvary

(Pentecôte : 
Actes 2, 1-11 ; 
1 Corinthiens 12, 3-7 et 12-13 ; 
Jean 20, 19-23)
Pere Rene Butler  MS


St Paul écrit : « Les dons de la grâce sont variés, mais c’est le même Esprit ». Dans les versets omis (8-11) de la deuxième lecture, il donne des exemples et, plus loin dans le même chapitre, il met en garde les chrétiens individuels contre l’idée que leurs propres dons sont meilleurs que ceux des autres.
Cependant, si nous considérons les grands maîtres spirituels à travers les âges, il y a un don qui manque dans la liste de Paul : le don des larmes.
Dans la Bible, les larmes et les pleurs se présentent le plus souvent comme une effusion de chagrin, de remords ou de supplication. Mais l’expérience générale nous enseigne que les larmes peuvent démontrer aussi bien une grande variété d’autres émotions, y inclus la joie, la gratitude, l’émerveillement. Dans tous ces cas il y a un point commun : l’intensité des sensations.
Il faut garder cela à l’esprit quand on pense à Celle qui pleure—à son chagrin en se plaignant de l’ingratitude de son peuple et en le confrontant à ses péchés, surtout quand elle dit, « Vous aurez beau prier, beau faire, jamais vous ne pourrez récompenser la peine que j’ai prise pour vous autres ».
Ses larmes révèlent aussi la tendresse infinie d’une Mère, alors qu’elle parle de la mort des enfants, de la famine imminente, d’un fossé grandissant entre son peuple et son Fils.
Ici, permettez-moi de mentionner quelques exceptions notables de ce que j’ai écrit plus haut à propos des larmes dans la Bible. Lorsque Jacob et Esaü se rencontrent après des années d’aliénation, on nous dit : « Ésaü [la partie lésée] courut à sa rencontre, l’étreignit, se jeta à son cou, l’embrassa, et tous deux pleurèrent » (Genèse 33, 4). Nous trouvons le même langage à propos de la réunification de Joseph avec ses frères (Genèse 45, 14-15), et avec son père (Genèse 46, 29).
Dans la lecture de st Paul, le mot grec pour ‘don’ est charisma. Nous disons souvent que le ‘charisme’ de la Salette, c’est la réconciliation. L’Evangile d’aujourd’hui offre ce don même, selon la parole de Jésus à ses Apôtres : « Recevez l’Esprit Saint. À qui vous remettrez ses péchés, ils seront remis ».
Si les larmes de la Vierge peuvent nous conduire à redécouvrir l’immense amour de Jésus pour nous et son désir de nous réconcilier avec lui, et si nous pouvons y répondre de même, alors, quel don sont ces larmes !
Traduction : P. Paul Belhumeur, M.S.

vendredi 22 mai 2020

GONE BUT NOT ABSENT -- SE HA IDO, PERO NO ESTÁ AUSENTE -- PARTI MAIS NON ABSENT


(7th Sun. of Easter: 
Acts 1:12-14; 
1 Peter 4:13-16; 
John 17:1-11;  OR   Ascension: 
                                  Acts 1:1-11; 
                                  Eph. 1:17-23; 
                                  Mt 28:16-20)

Depending on where you live, you are today celebrating either the Ascension or the Seventh Sunday of Easter. Today’s reflection includes both.
We see Jesus at the end of his earthly career. Acts describes the Ascension, Matthew implies  it. In John, Jesus says, “Now I will no longer be in the world, but they are in the world, while I am coming to you.”
Another theme is glory. On the Seventh Sunday, Jesus says: “Father, the hour has come... Now glorify me with the glory that I had with you before the world began.” On Ascension, St. Paul writes: “May the God of our Lord Jesus Christ, the Father of glory, give you a Spirit of wisdom and revelation resulting in knowledge of him.”
“Knowledge” occurs also on the Sunday: “Now this is eternal life, that they should know you, the only true God, and the one whom you sent, Jesus Christ.”
And in both, Jesus speaks of his disciples. They have kept his word, he has been glorified in them, and they will be empowered to become his witnesses, making disciples of all nations.
All this is reflected at La Salette. Mary appears in glory; she seeks to re-awaken her people to a knowledge of God. She commissions Mélanie and Maximin (and, later, La Salette Missionaries, Sisters and Laity) to spread her great news “to all my people.”
Jesus promised to be with his disciples, “until the end of the age.” The Beautiful Lady’s attentiveness to the details of the children’s lives shows that she is a faithful companion on our earthly pilgrimage.
As mentioned above, Acts describes the Ascension of Jesus: “He was lifted up, and a cloud took him from their sight.”
I always smile at how the children described Mary’s disappearance at the end of the Apparition. “She melted like butter in a frying pan,” they said. Various sources have “in a pot on the fire,” or “in soup.”
They never saw her again, but she never lost sight of them, or of us. If only we could recognize this and remember.
Wayne Vanasse and Fr. René Butler, M.S.


(7to Dom. de Pascua: 
Hechos 1:12-14; 
1 Pedro 4:13-16; 
Juan 17:1-11;  O  
                               Ascensión: 
                              Hechos 1:1-11; 
                              Efesios. 1:17-23; 
                              Mt 28:16-20)
Pe Rene Butler MS

Dependiendo del lugar donde vives, hoy estás celebrando ya sea la Ascensión o el Séptimo Domingo de Pascua. La reflexión de hoy incluye a ambos.
Vemos a Jesús al final de su carrera terrenal. Hechos describe la Ascensión, Mateo la sugiere. En Juan, Jesús dice, “Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y Yo vuelvo a ti”.
Otro tema es el de la gloria. En el Séptimo Domingo, Jesús dice: “Padre, ha llegado la hora... Ahora, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera”. En la Ascensión, San Pablo escribe: “Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente”.
El “conocimiento” aparece también el Domingo:” “Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo”.
Y en ambos, Jesús habla de sus discípulos. Ellos guardaron su palabra, él ha sido glorificado en ellos, y recibirán la fuerza para ser sus testigos y hacer que todos los pueblos sean sus discípulos.
Todo esto se refleja en La Salette. María se aparece en gloria; ella busca que su pueblo vuelva a despertar al conocimiento de Dios. Ella da en misión a Melania y Maximino (y, luego a los Misioneros de La Salette, las Hermanas y los Laicos) la obra de hacer que su buena noticiase expanda “a todo mi pueblo”.
Jesús prometió estar con sus discípulos, “hasta el fin del mundo”. La atención que la Bella Señora presta a los pequeños detalles de la vida de los niños muestra que ella es una fiel compañera en nuestra peregrinación por este mundo.
Como se mencionó antes, Hechos describe la Ascensión de Jesús: “Lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos”.
Siempre me hace sonreír la manera en que los niños describen la desaparición de María al final de la Aparición. “Ella se derritió como mantequilla en una sartén” dijeron. Varias fuentes acotan “en una olla sobre el fuego” o “en la sopa”.
Nunca más la volvieron a ver, pero ella nunca quitó su mirada de ellos, o de nosotros. Si sólo pudiéramos darnos cuenta de esto y recordarlo.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.


(7e dimanche de Paques : 
Actes 1,12-14 ; 
1 Pierre 4, 13-16 ; 
Jean 17, 1-11 ;   OU 
                                     L’Ascension : 
                                     Actes 1, 1-11 ; 
                                     Ephésiens 1, 17-23 ; 
                                     Matthieu 28, 16-20)
Pere Rene Butler  MS

Selon l’endroit où vous demeurez, vous célébrez aujourd’hui soit l’Ascension soit le septième dimanche de Pâques. La présente réflexion comprend les deux.
Nous voyons Jésus à la fin de sa carrière terrestre. Les Actes décrivent l’Ascension, Mathieu la laisse entendre. Dans Jean, Jésus dit, « Désormais, je ne suis plus dans le monde ; eux, ils sont dans le monde, et moi, je viens vers toi. »
Autre thème, la gloire. Le septième dimanche, Jésus dit : « Père, l’heure est venue...  Et maintenant, glorifie-moi auprès de toi, de la gloire que j’avais auprès de toi avant que le monde existe ». Pour l’Ascension, st Paul écrit : « Que le Dieu de notre Seigneur Jésus Christ, le Père dans sa gloire, vous donne un esprit de sagesse qui vous le révèle et vous le fasse vraiment connaître ».
La connaissance se trouve également le dimanche : « Or, la vie éternelle, c’est qu’ils te connaissent, toi le seul vrai Dieu, et celui que tu as envoyé, Jésus Christ ».
Dans les deux, Jésus parle de ses disciples. Ils ont gardé sa parole, en eux il a été glorifié, et ils vont recevoir une force pour devenir ses témoins et faire des disciples de toutes les nations.
Tout cela se voit reflété à la Salette. Marie apparait en gloire ; elle cherche à réveiller son peuple à la connaissance de Dieu. Elle charge Mélanie et Maximin (et, plus tard, les Missionnaires, les Sœurs et les Laïcs salettins) pour faire connaître son message « à tout mon peuple. »
Jésus promet de demeurer avec ses disciples « jusqu’à la fin du monde ». L’attention de la Belle Dame aux détails de la vie des enfants montre qu’elle est une fidèle compagne de notre pèlerinage terrestre.
Comme on a dit plus haut, les Actes décrivent l’Ascension de Jésus : « il s’éleva, et une nuée vint le soustraire à leurs yeux ».
Je souris toujours à la façon dont les enfants ont décrit la disparition de la Vierge à la fin de l’Apparition. « Elle s’est fondue, disaient-ils, comme du beurre dans la poêle ». D’autres récits le rendent : « dans une marmite sur le feu, » ou « dans la soupe ».
Ils ne l’ont jamais revue, mais elle n’a jamais perdu de vue ne eux ni nous. Si seulement l’on pouvait reconnaître cela et s’en souvenir.
Traduction : P. Paul Belhumeur, M.S.

vendredi 15 mai 2020

IF / THEN -- SI / ENTONCES -- SI / ALORS


(6th Sunday of Easter: 
Acts 8:5-17; 
1 Peter 3:15-18; 
John 14:15-21)
Fr. Rene Butler  MS and Wayne Vanasse

“If you love me,” Jesus says, “you will keep my commandments.” He describes some of the things that will happen as a result: “I will ask the Father, and he will give you another Advocate to be with you always, the Spirit of truth.”
Best of all, “Whoever loves me will be loved by my Father, and I will love him and reveal myself to him.” This explains, I think, why there was such joy in the city of Samaria, when Philip proclaimed the Christ to them, and confirmed his preaching by many signs.
Our Lady of La Salette tells of what will happen, “if they are converted.” Externally, there will be abundance instead of famine.
What about internal effects? We might borrow some ideas from our second reading and the psalm.
If they are converted:
They will “sanctify Christ as Lord” in their hearts. They will no longer abuse his name.
They will learn to pray well. They will sing praise to the glory of God’s name, crying out, “Blessed be God who refused me not my prayer or his kindness!”
They will be ready to give an explanation, gently and respectfully, to anyone who asks them for a reason for their hope. This presupposes they will live in such a way that others will actually notice their Christian commitment. (That is what Maximin’s father did when, after years of not going to church, he then went to daily Mass.)
They will keep their conscience clear, and accept suffering, if it is God’s will, even when they are innocent.
In 1852, Bishop de Bruillard decided to erect a Shrine, and at the same time to call into existence the Missionaries of Our Lady of La Salette, noting: “their institution and existence shall be, like the Shrine itself, an eternal monument, a perpetual remembrance, of Mary's merciful apparition.”
Nothing quite so public would be expected of most persons who accept Mary’s call to conversion, but if we are to persevere, then it would good, it would be wise, to ensure that our first encounter with the Beautiful Lady will never be forgotten.
Wayne Vanasse and Fr. René Butler, M.S.



(6to Domingo de Pascua: 

Hechos 8:5-17; 
1 Pedro 3:15-18; 
Juan 14:15-21)

“Si ustedes me aman”, dice Jesús, cumplirán” mis mandamientos”. El describe algunas de las cosas que sucederán como resultado: “Yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad”.
Lo mejor de todo, “El que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él”. Esto explica, creo yo, porque hubo tanta alegría en los pobladores de la ciudad de Samaria, cuando Felipe les proclamaba a Cristo, y confirmaba su predicación con signos.
Nuestra Señora de La Salette habla de lo que sucederá, “si se convierten”. Externamente, habrá abundancia en lugar de hambre.
¿Qué pasa con los efectos internos? Podemos tomar prestadas algunas ideas de nuestra segunda lectura y del Salmo.
Si se convierten:
“Santificarán a Cristo el Señor” en sus corazones. Ya no abusarán de su nombre.
Aprenderán a rezar bien. Cantarán alabanzas a la gloria del nombre de Dios, gritando “¡Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia!”
Estarán siempre dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen. Pero lo harán con suavidad y respeto. Esto presupone que vivirán de tal manera que otros verán claramente su compromiso cristiano. (Esto es lo que el padre de Maximino hizo cuando, después de muchos años sin ir a la iglesia, comenzó a ir diariamente a Misa.)
Tendrán su conciencia tranquila. Es preferible sufrir haciendo el bien, si esta es la voluntad de Dios, que haciendo el mal.
En 1852, el Obispo de Bruillard decide erigir un Santuario, y al mismo tiempo traer a la existencia a los Misioneros de Nuestra Señora de La Salette, resaltando: “Su creación y su existencia serán, así como el mismo Santuario, un recuerdo perpetuo de la misericordiosa aparición de María”
No se esperaría nada tan público de la mayor parte de las personas que acepten de María el llamado a la conversión, pero si vamos a perseverar, entonces sería cosa buena y una decisión sabia, asegurarnos de que nuestro primer encuentro con la Bella Señora no sea olvidado jamás.

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.


(6e dimanche de Paques : 

Actes 8, 5-17 ; 
1 Pierre 3, 15-18 ; 
Jean 14, 15-21)

« Si vous m’aimez, dit Jésus, vous garderez mes commandements ». Il décrit un peu ce qui en résultera. « Je prierai le Père, et il vous donnera un autre Défenseur qui sera pour toujours avec vous : l’Esprit de vérité ».
Mieux encore : « Celui qui m’aime sera aimé de mon Père ; moi aussi, je l’aimerai, et je me manifesterai à lui ». Cela explique, je crois, pourquoi il y eut une si grande joie dans la ville de Samarie quand Philippe y proclama le Christ, et confirma sa prédication par plusieurs signes.
Notre Dame de la Salette annonce ce qui arrivera « s’ils se convertissent ». Extérieurement, il y aura de l’abondance au lieu de la famine.
Qu’en est-il des effets internes ? Nous pouvons emprunter quelques idées de notre seconde lecture et du psaume.
S’ils se convertissent…
Ils honoreront dans leurs cœurs la sainteté du Seigneur, le Christ. Jamais plus ils n’abuseront de son Nom.
Ils apprendront à bien prier. Ils fêteront la gloire du nom de Dieu, en s’écriant, « Béni soit Dieu qui n’a pas écarté ma prière, ni détourné de moi son amour ! »
Ils seront prêts à présenter une défense, avec douceur et respect, devant quiconque leur demande de rendre raison de l’espérance qui est en eux. Cela présuppose qu’ils vivront de telle manière que les autres puissent remarque leur engagement chrétien. (C’est ce que fit le papa de Maximin qui, après des années sans se rendre à l’église, passa alors à assister à la messe quotidienne.)
Ils auront une conscience droite, acceptant la souffrance, si c’est la volonté de Dieu, « car mieux vaudrait souffrir en faisant le bien plutôt qu’en faisant le mal ».
En 1852, Mgr de Bruillard a décidé d’ériger un Sanctuaire, et en même temps appela en existence le Missionnaires de Notre Dame de la Salette, en notant : « Leur création et leur existence seront, ainsi que le Sanctuaire lui-même, un souvenir perpétuel de l'apparition miséricordieuse de Marie ».
Rien d’aussi public n’est attendu de la plupart de ceux qui acceptent l’appel de Marie à la conversion, mais si nous désirons persévérer, alors il serait bon, même sage, de veiller à ce que notre première rencontre avec la Belle Dame ne s’oublie jamais.
Traduction : P. Paul Belhumeur, M.S.

vendredi 8 mai 2020

MIND YOUR STEP -- CUIDA TUS PASOS -- PREND GARDE


(5th Sunday of Easter: 
Acts 6:1-7; 
1 Peter 2:4-9; 
John 14:1-12)
Fr. Rene Butler  MS and Wayne Vanasse

St. Peter, in today’s second reading, combines three distinct Old Testament texts: Isaiah 28:16, Psalm 118:22, and Isaiah 8:14.
The first two are used to give force to his exhortation: “Come to him, a living stone, rejected by human beings but chosen and precious in the sight of God, and, like living stones, let yourselves be built into a spiritual house.”
The third, however, refers to “a stone that will make people stumble,” and he adds, “They stumble by disobeying the word.”
This is an apt image for the people whom Mary complained about at La Salette. They were stumbling in many ways. Blighted wheat and potatoes, rotten grapes and worm-eaten walnuts, the prospect of famine—it is no wonder that they were anxious and demoralized.
Mary saw all this, but she also saw their blighted inner harvest—their indifference to and mockery of religion, and their blasphemous disrespect for her Son’s name. These had brought them very low indeed.
Not all spiritual stumbling is sin. In our first reading, for example, we learn that dissension over the distribution of food was threatening the harmony of the early Christian community in Jerusalem. A solution was found before permanent harm could be done.
The same is true of our doubts and questioning. These are most often honest expressions of our inability to understand the ways of God. When we are tempted to go so far as to blame God for our troubles, we do well to remember St. Peter’s quotation of Isaiah 28:16, “Behold, I am laying a stone in Zion, a cornerstone, chosen and precious, and whoever believes in it shall not be put to shame.”
We must believe in the cornerstone and build a structure of hope upon it. It is one thing to stumble. It is quite another thing not to get up.
Let us not forget the Gospel, in which Jesus says, “You have faith in God; have faith also in me,” and “I am the way and the truth and the life.” Along this Way no stumbling is fatal, before this Truth no doubt is permanent, and in this Life, death shall not have dominion.
Fr. René Butler, M.S. and Wayne Vanasse


(5to Domingo de Pascua: 

Hechos 6:1-7; 
1 Pedro 2:4-9; 
Juan 14:1-12)
Pe Rene Butler  MS y Wayne Vanasse

San Pedro, en la segunda lectura de hoy, combina tres distintos textos del Antiguo Testamento: Isaías 28:16, Salmo 118:22, e Isaías 8:14.
Los dos primeros son usados por él para dar fuerza a su exhortación: “Al acercarse al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa a los ojos de Dios, también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual”.
El tercero, sin embargo, se refiere a una “piedra de tropiezo”, y añade, “Ellos tropiezan porque no creen en la Palabra”.
Esta es una imagen apta para representar al pueblo del cual María se quejó en La Salette. Un pueblo que se tropezaba de muchas maneras. Con el trigo y las papas arruinados, las uvas podridas, las nueces carcomidas, la amenaza de hambruna – no es de extrañar que con todo esto el pueblo se sintiera ansioso y desmoralizado. 
María vio todo esto, pero también vio los frutos arruinados en el corazón de su pueblo – la indiferencia y la burla hacia la religión, el irrespeto blasfemo por el nombre de su Hijo. Cosas con las que su pueblo había caído de verdad hasta lo más bajo.
No todo tropiezo espiritual es pecado. En nuestra primera lectura, por ejemplo, nos enteramos de que la disensión por la distribución de la comida amenazaba la armonía de la comunidad de los primeros cristianos en Jerusalén. Una solución se encontró antes de que un daño permanente se haya causado.
Lo mismo se aplica a nuestras dudas y cuestionamientos. Estos constituyen a menudo la expresión más honesta de nuestra incapacidad de comprender los caminos de Dios. Cuando nos sentimos tentados a ir tan lejos como para culpar a Dios por nuestros problemas, hacemos bien en recordar a San Pedro citando a Isaías 28:16, “Yo pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa: el que deposita su confianza en ella, no será confundido”.
Debemos creer en la piedra angular y construir sobre ella una estructura de esperanza. Una cosa es tropezar y caerse. Otra cosa muy distinta, no levantarse.
No nos olvidemos del Evangelio, en el cual Jesús dice, “Crean en Dios y crean también en mí”, y “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. A lo largo de este Camino no hay tropiezos ni caídas fatales, ante esta Verdad, ninguna duda es permanente, y en esta Vida, la muerte no tendrá supremacía.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.


(5e dimanche de Paques : 

Actes 6, 1-7 ; 
1 Pierre 2, 4-9 ; 
Jean 14, 1-12)
Pere Rene Butler  MS

Dans la seconde lecture, aujourd’hui, st Pierre combine trois textes distincts de l’Ancien Testament : Isaïe 28, 16, Psaume 117, 22, et Isaïe 8, 14.
Les deux premiers donnent emphase à son exhortation : « Approchez-vous du Seigneur Jésus : il est la pierre vivante rejetée par les hommes, mais choisie et précieuse devant Dieu. Vous aussi, comme pierres vivantes, entrez dans la construction de la demeure spirituelle ».
Mais le troisième fait référence à « une pierre d’achoppement », et il ajoute, « Ils achoppent, ceux qui refusent d’obéir à la Parole. »
L’image convient pour le peuple dont Marie se plaignait à la Salette. Ils trébuchaient de maintes façons. Le blé et les pommes de terre gâtés, les raisins pourris, les noix vermoulues, la famine en perspective—il n’est pas surprenant qu’ils soient anxieux et démoralisés.
La Vierge voyait tout cela, mais aussi leur récolte spirituelle gâtée—leur indifférence et leur moquerie envers la religion, leur manque de respect blasphématrice pour le nom de son Fils. Tout cela les avait abaissés profondément, en effet.
Tout trébuchement spirituel n’est pas un péché. Dans la première lecture, par exemple, nous voyons la dissension à propos de la distribution de la nourriture, que menaçait l’harmonie de la communauté primitive de Jérusalem. Une solution se présenta avant que des dommages permanents puissent en résulter.
Il en est de même pour nos doutes et nos questions. Le plus souvent ils expriment franchement notre impuissance de comprendre les intentions de Dieu. Quand vient la tentation de blâmer Dieu pour nos difficultés, il faudrait nous rappeler le texte d’Isaïe 28, 16, que cite st Pierre : « Je vais poser en Sion une pierre angulaire, une pierre choisie, précieuse ; celui qui met en elle sa foi ne saurait connaître la honte ».
Nous devons avoir confiance en la pierre angulaire et construire sur elle un édifice d’espérance. Trébucher, ça se comprend. Mais il faut vouloir se relever.
N’oublions pas l’Evangile, où Jésus dit, « Vous croyez en Dieu, croyez aussi en moi », et « Moi, je suis le Chemin, la Vérité et la Vie ». Sur ce chemin nulle chute n’est fatale ; vis-à-vis cette vérité aucun doute n’est permanent ; et dans cette Vie, la mort n’a plus de pouvoir.
Traduction : P. Paul Belhumeur, M.S.